ESTO ES UN RELATO DE LAS VIVIENCIAS EN VALPARAISO Y SUS ALRREDEDORES A PARTIR DEL VERANO DE 1968...SIN MAS PRETENCION QUE MOSTRAR UN VALPARAISO DESDE MI MUY PARTICULAR OPTICA...

Valparaíso 70

viernes, 24 de agosto de 2007

¿EL ULTIMO APORTE PIONERO DE VALPARAISO A CHILE?

A PROPOSITO DE LOS 50 AÑOS DEL CANAL 4 UCV TV.

El Canal de Televisión de la Universidad Católica de Valparaíso, el próximo 5 de octubre cumplirá 50 años de existencia… medio siglo de historia audiovisual.

La historia oficial del canal es por muchos conocida, los aportes individuales de personas que dejaron su nombre grabado en la historia de este Canal y que están, testimoniada, en la gran mayoría de los medios de comunicación escrita de nuestro país.

Me quisiera referir a algunas personas, con las cuales, tuve contacto en la década del 70, cuando el Canal 4 de Valparaíso, 5 para Santiago, competía a la par con los canales de Santiago.

Como antecedente y de lo cual fui testigo, después del 73 el canal 4 pasó por una etapa muy difícil, económicamente hablando, se hacían permanentes reuniones para buscar, la mejor forma, de hacer llegar recursos a las arcas del canal, si mis recuerdos no me traicionan, hasta Los Jaivas fueron protagonista de algunos beneficios que se organizaron en el Fortín Prat, con este fin. Era el puerto en pleno que estaba comprometido con "su Canal" y juntaba a "moros y cristianos".

Siento que el Canal 4 ya no es porteño por los siguientes hitos:
1.- Trasladó sus estudios a la subida Nueva Aurora en los extramuros de Viña del Mar.
2.- En su afán de ser competitivo, contrató en su momento, a desahuciados rostros emblemáticos de la televisión de Santiago.
3.- Dejó de ser un canal audaz, que exploraba y experimentaba nuevas formas de hacer televisión.
4.- Se instaló, con su programación, en la frontera de lo cultural-educacional y lo comercial, siendo para ambas opciones deficiente en calidad y contenido.

En el Canal 4 se iniciaron muchos rostros y técnicos que, al correr de los años, fueron figuran nacionales en cada una de sus especialidades.

El Canal 4 acogió, por primera vez, en su retorno de España a Javier Miranda, quien junto a Jorge Romero – Firulete - dieron los primeros pasos de los programas de conversación o tertulia.

Fue el primer canal que presentó un circo en su programación de fin de semana, aun recuerdo con cariño al Sr. Chaparro y a Carlos Godoy.

Pero creo que el canal 4 de Valparaíso no sería EL CANAL CUATRO sino se recuerda, y con justicia, a una trilogía de individuos “grandes”cada uno en lo suyo, y de gran talento, que se reflejaban semanalmente en un espacio llamado EL MIRADOR DE LUKAS con don Renzo a la cabeza, el periodista Luís Morros Valenzuela en la dirección y Cecilia en la producción.

A propósito de Lucho Morros (el padre de los programas de video musical en sociedad con Pirincho Cárcamo), que junto a Flemmig y Eduardo Gandulfo (y su socio Luis Eduardo Gianelli) eran los “gurú” de la dirección, sin que eso signifique restar méritos a otros directores, de los cuales no recuerdo sus nombres.

Quiero dar un parrafo especial a Francisco Centeno (parte valiosa del inventario del canal) cuando lo conocí, era un joven soñador, era como el “goma” de Fleming, (“goma” de forma cariñosa) era capaz de buscar las soluciones mas ingeniosas para salir adelante con un programa, las hacía de cablista, iluminador, asistente producción, asistente de dirección, camarografo, utilero, cafetero, y fuente de energía cuando el "bajonéo" rondaba al equipo de trabajo, la verdad, era un "mentholatum", era, así, como se hacía televisión en la vieja casona de Eleuterio Ramírez esquina Salvador Donoso.

No hay que dejar de recordar al equipo maravilloso de jovenes profesionales que estaban a cargo de la parte gestión administrativa , la gente de arte, los técnicos de señal y fuerza, muchos de ellos recuerdo sus rostros, jovenes y ganosos, pero no asi de sus nombres.

Cuando llegué a Valparaíso, fue a fines de marzo de 1970, llegamos con mis padre y mi hermana a vivir en la subida Carampangue, a cuadra y media de la Plaza Aduana, lo primero que me llamó la atención de los porteños su fuerte identidad con lo suyo, con respecto a la Televisión, era extremadamente marcada la preferencia hacia el canal 4, superando, incluso, en sintonía, los días sábados a Don Francisco y a Enrique Maluenda.

Los porteños amaban su “Chilena” (de tabacos), preferían los productos Costa, tomaban Kaff (café instantáneo de Tres Montes) leían el Mercurio y la Estrella, la ropa era de Urmax, los sombreros de Woronoff, los paraguas de la fabrica Astor, y los fines de semana, infaltable las pastas frescas de la fábrica que estaba en la plazuela Ecuador.

Como hecho de menos esa identidad tan fuerte de sus cerros, al punto que algunos decían ser de “La república independiente de Playa Ancha” lo que mas me confundía era que en ese sector, no hay ninguna playa ancha.

Canal 4, cincuenta años de historia de la Televisión chilena, eso es un hecho irrefutable, un hito mas del aporte de Valparaíso al país, quizas el último, desde que le quitaron el alma al puerto, su identidad… sin embargo, como me siento hijo adoptivo del Vaparaíso y residente del Barrio Puerto, renaceran las hojas de este árbol semi-muerto, y esperó cumplir mi sueño, vivir en los altos de la esquina de Márquez con Bustamante….y mirar hacia la plaza Echaurren y ver, en la vereda, al vendedor de pescados, con su carrito…

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sábado, 18 de agosto de 2007

LLEGANDO A VALPARAISO

Después de haber viajado toda la noche llegué a la Estación Central de Santiago alrededor de las siete y media de la mañana... y teniendo muy presente las indicaciones de un amigo mayor, en relación a la conducta de los taxistas que pululan en el acceso de la Estación, aseguré mi equipaje y decidí tomar un taxi, un chevrolet biscayne muy brilloso. Se dirigió por la Alameda, esquivando los hoyos producto de un asfalto saltado y que dejaba a la vista unos nobles adoquines que brillaban con los rayos del sol que provenían desde el lado de la cordillera, no fue mas lo que retuve ya que iba preocupado que en Morandé debía doblar hacia Mapocho, todo territorio desconocido para mi.

Al llegar a la Estación Mapocho, comprobé, con estupor, que el tren ya había salido hacia Valparaíso. Gran problema, pues me cambiaba totalmente los planes. Decidí tomar desayuno por lo que me dirigí a un tradicional bar restoran llamado “La Nave”, que estaba justo en la esquina de General Mackenna con Bandera (actualmente esa edificación desapareció para dar paso al Metro Línea Dos.) Frente al Hotel Bristol.

A la salida vi como llegaban, por calle Mackenna, unos buses algo raro en su diseño y que no se parecian a los Magirus del “Vía Sur” ni a los Mercedes de “Flecha Verde”. Me dirigí al terminal y leí a la entrada Andes Mar Bus… y al poco rato me embarcaba hacia Valparaíso, en esos característicos buses Chausson de color café claro, con una tripulación pulcramente uniformada.

Paso un largo rato, mientras el bus se enfilaba entre calles y edificaciones que no terminaban nunca, hasta que, por lo que al tiempo después pude saber, el bus tomó el camino hacia Melipilla hasta Padre Hurtado, frente a los Cerros de Chena, ahí había un control de Carreteras de Carabineros, donde los conductores se bajaban para el control correspondiente. Luego, dobló hacia la derecha y comenzó un lento ascenso, por la cuesta Barriga, camino pavimentado y con pronunciadas curvas (al menos para mi) hasta llegar a la cima y de ahí, la espectacular vista del valle de Curacaví, pueblo al que llegamos después de bajar casi media hora… el bus se estacionó cerca de la plaza y aprovechamos para bajar y estirar las piernas, acoto que en esos tiempos se podía fumar en el bus, y que traté de robarme el cenicero y no pude.

Para mi era toda una novedad el paisaje de la zona, ya que en la zona de Concepción este es completamente diferente, estuvimos detenido por casi media hora, luego continuamos el viaje a Valparaíso, cruzamos lo que quedaba del valle, y esta vez pasamos por el túnel Zapata (yo había cruzado los túneles que están en la ruta ferroviaria entre Concepción y Chillán, por el ramal de la costa, los cuales son de una extensión mucho menor y el túnel ferroviario en el ramal de Concepción a Arauco) y un nuevo valle, el de Casablanca y con la consiguente parada, para luego subir la cuesta y llegar a Lo Vásquez, donde el Bus volvió a detenerse, para dejar algunos peregrinos y para que otros cumplieran con sus promesas, de manera Express.

A esas alturas del viaje mis piernas estaban un poco acalambradas ya que los asientos no eran del todo cómodo, y con algo de dolor de cabeza por el ruido que producía el motor, que iba al lado del conductor.

La llegada a Valparaíso, casi me volvió loco, la bajada por Santos Ossa, esas atractivas quebradas plenas de quila, algunas palmas (un tipo especial de palmeras) pero, lo que mas me llamó la atención fue ver a algunos niños descendiendo por la calzada en sus "carretillas chanchas" (vehículo hecho de deshechos de madera y rodamientos en desuso) y que diestramente conducidas a través de cordeles amarrados al eje delantero.

Avenida Argentina… maravillosa, el olor del mar… y sus construcciones tan típicas que me hizo soñar, por unos instantes, de estar llegando a alguna ciudad costera europea.

Cruzar Valparaíso fue emocionante, hasta llegar al Terminal, frente a la Estación Puerto, me bajé como embriagado, mi cabeza se inundó de ruidos nuevos, mi nariz llena de aromas diferentes y el paisaje humano como sacado de una película de época inglesa.

Ya era casi medio día, y el barrio puerto bullía, con el fin de aclimatarme un poco, camine algunas cuadras en dirección a la plaza aduana, ahora era el momento de mi ultimo desafío, llegar a la casa de una tía de mi madre que vivía en la calle Pacifico del cerro Playa ancha;

“Cuando llegues al Valparaíso, toma la micro verde “B” y que va de norte a sur” y le debes decir al chofer, al pagar, “Cerro” porque tienen dos tarifas, una para el plan y otra para el cerro, y esa se toma en la calle Blanco”

“Ah y te vas a dar cuenta que en esa parte hay solo cuatro calles paralelas y después viene el cerro, la que esta al lado del mar, y aprendete desde ya sus nombres, es Errázuriz, después viene Blanco, Cochrane y Serrano, y que no te llame la atención, esa calle tiene varios nombres según donde te encuentres, primero se llama Bustamante, hasta la plaza echaurren, después Serrano, hasta la plaza Sotomayor, después Esmeralda, hasta el reloj Turri, después Condell, hasta...”

¡Para mamá! le interrumpí, deja que llegue primero, y que ahora, in situ, recordaba tan precisas señas.

Este último tramo fue maravilloso, la micro verde dobló en la plaza Aduana y se metió entre las edificaciones de la Armada, pasando por frente al Centro de Abastecimiento y a luego, a la vista el mar, por el otro lado el Astillero Las Habas, el Castillo, Caleta El Membrillo, el paseo Rubén Darío, hasta llegar casi hasta las Torpederas, y luego comenzar a subir, el Estadio Playa Ancha; a la derecha, el Hospital Pquiatrico; a la izquerda, el Pedagógico de la Universidad de Chile, las canchas del Parque Alejo Barrios, la Avenida Playa Ancha, la subida Quebrada Verde, ahí, la micro, como animal viejo, comenzó un constante quejido y a una velocidad no superior a los 20 kilómetros por hora;
Aquí se tiene que bajar….
Gracias.
La micro se detuvo con precisión, al bajarme me detuve para mirar como volvía a iniciar la marcha, pensando que se podría ir hacia atrás, pero salió como si estuviese estacionada en una pendiente, hacia abajo, ¡que destreza de los choferes de la movilización colectiva de Valparaíso!.

No me costó llegar a la casa de mi tía, pero lo que paso después, se los cuento otro día.

Nota: La fotografía es un símbolo, asi, como esta "chatarra" se convertirá Vparaíso si no lo cuidamos.-

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lunes, 6 de agosto de 2007

BASTARDA IDEA QUE CIRCULA ENTRE LOS BARES.

Este fin de semana, por razones estrictamente de trabajo, visité Valparaíso, pero sólo pude hacerlo de entrada y salida, el Valparaíso que recuerdo con mucho amor y con gran cuota de nostalgia ya no está, mas cuando me enteré con mucha pena que el viejo Café Riquet ha dejado de existir, para dar paso a la construcción de un moderno Hotel.

Le pedí a la persona con quien debía reunirme que lo hiciéramos en uno de los pocos bares que quedan en el plan de Valparaíso, como un favor a mi, el cual aceptó de una manera no muy buenas ganas, y lo entendí, él es un foráneo del puerto y un hombre de negocios, aun que de no mucha altura.

La conversación fue relativamente breve y los acuerdos afloraron rápidamente y aduciendo a compromisos familiares y motivados por el día del niño se retiró ante de la media hora de reunión, no me molesté ya que entre los contertulios me pareció ver algunos rostros conocidos.

Al fin de cuentas, el vivir inserto en la realidad de Valparaíso y puesto el sentimiento en él, pareciera que las personas adoptan una postura, una imagen y una conducta común, la del porteño típico.

Todo estaba bien, hasta que escuché algo que me puso los pelos de puntas, y sinceramente espero que solo sea un cahuín de bar, producto de alguna mente alcoholizada, ya que si eso real, sencillamente es maquiavélico.

En resumen, se trata de una plan siniestro, y que trataré de resumir y darle una presentación lógica.

Valparaíso es una de las ciudades donde la industria inmobiliaria ha tenido muy poco desarrollo, y a consecuencia de haber sido declarado patrimonio de la humanidad, las construcciones del plan no pueden ser demolidas salvo... que se incendien... así de sencillo, y rumorea que la tragedia del barrio puerto, donde se quemó una antigua construcción de calle Serrano, no fue más que parte de esa estrategia comercial inmobiliaria.

Lo que no estaba considerado en esta perverso plan, que hubiesen muertos y que las autoridades locales actuaran con un criterio y sentimiento tan identificatorio con el puerto, reacción no contemplada, considerando que en estas últimas décadas, las autoridades, siempre han actuado en favor de los inversionistas.

Me parece difícil de aceptar esta idea como real, pero uno aprende a través de la vida, y tratándose de negocios, a los inversionistas les importa un bledo las personas y, por consecuencia, lo que pueden provocar sus negocios en la sociedad, lo que importa es la rentabilidad, criterio generalizado y aceptado por las autoridades de gobierno.

Por tanto, me propuse hacer un recorrido por Valparaíso y fotografiar todo lo que sea posible, a fin de aportar con un granito de arena, para que, cuando ya de Valparaíso sólo quede como parte del pasado, los relatos aguardentosos de algún trasnochado parroquiano en algún obscuro rincón de algún mísero bar que haya sobrevivido a algún fósforo nostálgico, esas fotos recuerden un pasado glorioso del primer puerto de Chile.

Fotos de El Rancaguaso